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Ana y el mar... I

Hay ocasiones donde los comienzos cuestan, independiente de la fuerte decisión que tengamos. Nos despertaban 555 km y 22 años. Jamás dejaré de preguntarme porque llego tarde a la vida de la gente... Si, llego tarde. Ser un laborioso del alma en momentos se vuelve agotador, es ocuparse de heridas ajenas. Incomoda mirada... pero en cierto sentido todos venimos con heridas. No me importa el comienzo que tuvimos, no me importa el final que tengamos tampoco puedo brindar viviendo el hoy. Caigo en el silencio y aparecen a arrullarme... Encallo en tus momentos, en tus espacios, en el filo de tu espalda. Tu risa ataca imperativamente mi ánimo. Mi constante hambre de desarraigo me ruega ayuno dándome como motivo tus suspiros. Nada como el otoño de mi tierra, pero no has visto el verano de tu mirada. Navego en tus hombros... no metas a tu boca en esto... hago escala en tu cuello, te repito: No metas a tu boca en esto. Jamás dejaría que tus manos tejan mi destino, mejor

Retorno.

En principio el objetivo es ubicarme en el medio, no es una cuestión de indecisión, es verle el otro lado a las cosas, mirar desde otro punto o quizás ponerme de acuerdo. Siempre se me hizo fácil y difícil acordar conmigo mismo, tampoco es no tener una idea propia, al contrario, es tener firmes los ideales. Es el caso del: ¿Por qué piensa así? o ¿Por qué dijo eso? sin caer en la profesión de Juez.  No se que tipo de trastorno es; que el abecedario me diga. Una tarde de otoño en el lugar donde el sol hace horas extras el viento trajo un: "Corre dijo la tortuga" y desde ese día se genero un punto de inflexión. Ojalá las ganas duren, las letras quieran visitarme como lo solían hacer. Me doy la bienvenida al retorno. Acá habrá de todo. Espero estar nuevamente.